Sábado 18, 20.30 horas y lunes 20, 22 horas, en la Cineteca Nacional.
Dentro del deslavado programa de la tercera versión de Sanfic, Bucarest 12:08 de Corneliu
Porumboiu es uno de los oasis de este festival de cine. Esta película rumana perteneciente a un cine que ha sido multipremiado en Cannes con filmes como La Noche del Señor Lazarescu –disponible en dvd en Chile- y 4 Meses, 3 Semanas y 2 Días –la última ganadora de la Palma de Oro y que anuncia estreno a fin de año- es una inteligente comedia que deja al descubierto a un país perdido tras 16 años de democracia, tras derrocar a la dura dictadura de Nicolae Ceaucescu. Un argumento que suena muy familiar para nosotros, pero al contrario de lo que sucede con esta talentosa generación de cineastas rumanos, en Chile no ha habido la voluntad de realizar una inteligente mirada para nuestro confuso presente. Ver esta película, en este sentido, da una sana envidia.
Ambientada en Vaslui, pequeña ciudad al este de Bucarest, la película se puede dividir en dos momentos. El primero está marcado por la presentación de los tres protagonistas: Jderescu, el
dueño de un canal de televisión y animador de un programa político del mismo; Manescu, un alcohólico profesor de historia; y Piscoci un anciano viudo, más conocido por disfrazarse de Viejo Pascuero en Navidad. La vida de estos tres disímiles personajes se muestra oscura y patética, en particular la de Jderescu, quien se avergüenza de su pasado como obrero textil y que recurre a cursis citas de pensadores griegos para pasar por intelectual en la TV. Con cuidados planos fijos y abiertos, Porumboiu construye en esta primera media hora un pausado retrato de personas que, si bien celebraron la caída de Ceausescu el 22 de diciembre de 1989, siguen siendo igual de perdedores que entonces.
El filme logra un refrescante giro -segundo momento- cuando los tres personajes se dan curiosamente cita en el programa televisivo de Jderescu, donde se conmemorará un nuevo aniversario de la revolución que trajo la democracia al país con la pregunta “¿Hubo o no hubo
revolución en Vaslui?”. A partir de esta pregunta, todo comenzará a ser absurdo y por muchos momentos delirantes, un momento refinadamente cómico que Porumboiu consolida adoptando un formato televisivo bastante amateur, con estúpidos movimientos de cámara y desenfoques que complementan a los absurdos y, por momentos, delirantes diálogos que se comienzan a dar. Una escena de una hora que podría ser demasiado aburrida, al tener además casi un solo plano, pero que se hace muy llevadero con lo que se va sucediendo.
¿Hubo o no héroes en la revolución? ¿Quién finalmente la posibilitó? Estas son las interrogantes planteadas. En Bucarest 12:08 la historia reciente es confusa porque nadie se ha tomado el tiempo de contarla. Mientras tanto, todos divagan en un presente incierto. Da risa, pero también nos entrega un material que nos toca demasiado de cerca. Pero también da pena que una película de un país que parece tan ajeno y lejano como Rumania nos toque la fibra más que alguna película chilena. Bucarest 12:08 hace ver que nuestro cine nacional actual arriesga poco en cuanto a retratar nuestra sociedad y que cuando intenta hacerlo, es tan caricaturesco como los pobres de las teleseries.
Trailer, con subtítulos en español.
Dentro del deslavado programa de la tercera versión de Sanfic, Bucarest 12:08 de Corneliu

Ambientada en Vaslui, pequeña ciudad al este de Bucarest, la película se puede dividir en dos momentos. El primero está marcado por la presentación de los tres protagonistas: Jderescu, el

El filme logra un refrescante giro -segundo momento- cuando los tres personajes se dan curiosamente cita en el programa televisivo de Jderescu, donde se conmemorará un nuevo aniversario de la revolución que trajo la democracia al país con la pregunta “¿Hubo o no hubo

¿Hubo o no héroes en la revolución? ¿Quién finalmente la posibilitó? Estas son las interrogantes planteadas. En Bucarest 12:08 la historia reciente es confusa porque nadie se ha tomado el tiempo de contarla. Mientras tanto, todos divagan en un presente incierto. Da risa, pero también nos entrega un material que nos toca demasiado de cerca. Pero también da pena que una película de un país que parece tan ajeno y lejano como Rumania nos toque la fibra más que alguna película chilena. Bucarest 12:08 hace ver que nuestro cine nacional actual arriesga poco en cuanto a retratar nuestra sociedad y que cuando intenta hacerlo, es tan caricaturesco como los pobres de las teleseries.
Trailer, con subtítulos en español.
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